En los últimos meses en la prensa chilena se ha publicado entrevistas, relacionado con el caso de “Hernán Aguilo infiltrado”, familiares de los compañeros muertos por “bombas explosivas”, frente a estos hechos me siento con el deber moral de manifestar públicamente si es necesario o frente a la “justicia” si es necesario.
Yo soy Hugo Marchant, retornado clandestinamente en noviembre de 1980, fui exiliado en Austria desde febrero de 1974, el 7 de septiembre de 1983 fui detenido por la CNI, mi familia torturada, nueve años y tres meses de prisión, y hoy día cumplo la condena de extrañamiento de 25 años, de los cuales llevo cumplido más de 14 años.
Cuando fui combatiente de las Fuerza Central del MIR, mi especialidad fue logística, es decir era un experto en explosivos, fabricación de armamento, en concreto fabrique más de cien bombas, y use cientos de kilos de explosivos en la fabricación de artefactos para derribar torres de alta tensión. Artefactos incendiarios otros tantos.
Los Explosivos.
Desgraciadamente la manipulación, el transporte, como ir a instalar un artefacto explosivo es extremadamente peligroso, para la persona que protagoniza como también para quienes están a su alrededor. Se dice que “el error se comete una sola vez” son casos muy excepciónales en los cuales se sobrevive para contar.
Durante mi experiencia personal hubieron dos casos fatales: Uno fue un niño vagabundo que en busca de comida en los tarros de basura se encontró con el paquete que empezó a desarmar y su vida infeliz acabo allí, la dictadura nos culpo a nosotros. El segundo caso fue el compañero “Pecho de Buque” que quedo destrozado cuando iba a colocar la bomba en la casa de un juez, el acompañante sobrevivió, después de dos semanas con traumatismo encéfalo craneano cerrado, perdió la mitad de una oreja y unos cuantos rasguños varios, y después paso a la cárcel y realizó varios años de prisión.
Cuando yo estaba en la etapa final de la escuela, el cro. Gastón Muñoz era quien me asesoraba y conducía en la preparación de mi misión cuando una vez me incorporara en la lucha clandestina en Chile, recuerdo muy bien cuando entre otras cosas, me da a conocer que se debe perfeccionar la técnica de bombas, justamente por las consecuencias que ello implica.
Como elementos previos es conveniente dejar en claro que, en aquellos tiempos, el MIR, éramos una organización que disponía de muy magros recursos, considerando la magnitud de los desafíos, con lo poco había que hacer mucho. Cuando yo asumí la política de retorno, mi gran motivación era una sola: participar en la lucha antidictarial, las dificultades y vacíos que tuviera el MIR, eran míos, dormía y vivía con esos desafíos. El primer año que estuve en Chile fue difícil, sin recursos económicos suficientes, para contar un ejemplo, iba al punto a pie, y llevaba en el bolsillo sólo el dinero para un pasaje de micro, fueron meses en esas condiciones. ¿Por que cuento esto último? justamente que cuando se trataba de fabricar artefactos explosivos, la insuficiencia de recursos era también un flagelo que se sumaba.
Cuando fui combatiente de las Fuerza Central del MIR, mi especialidad fue logística, es decir era un experto en explosivos, fabricación de armamento, en concreto fabrique más de cien bombas, y use cientos de kilos de explosivos en la fabricación de artefactos para derribar torres de alta tensión. Artefactos incendiarios otros tantos.
Los Explosivos.
Desgraciadamente la manipulación, el transporte, como ir a instalar un artefacto explosivo es extremadamente peligroso, para la persona que protagoniza como también para quienes están a su alrededor. Se dice que “el error se comete una sola vez” son casos muy excepciónales en los cuales se sobrevive para contar.
Durante mi experiencia personal hubieron dos casos fatales: Uno fue un niño vagabundo que en busca de comida en los tarros de basura se encontró con el paquete que empezó a desarmar y su vida infeliz acabo allí, la dictadura nos culpo a nosotros. El segundo caso fue el compañero “Pecho de Buque” que quedo destrozado cuando iba a colocar la bomba en la casa de un juez, el acompañante sobrevivió, después de dos semanas con traumatismo encéfalo craneano cerrado, perdió la mitad de una oreja y unos cuantos rasguños varios, y después paso a la cárcel y realizó varios años de prisión.
Cuando yo estaba en la etapa final de la escuela, el cro. Gastón Muñoz era quien me asesoraba y conducía en la preparación de mi misión cuando una vez me incorporara en la lucha clandestina en Chile, recuerdo muy bien cuando entre otras cosas, me da a conocer que se debe perfeccionar la técnica de bombas, justamente por las consecuencias que ello implica.
Como elementos previos es conveniente dejar en claro que, en aquellos tiempos, el MIR, éramos una organización que disponía de muy magros recursos, considerando la magnitud de los desafíos, con lo poco había que hacer mucho. Cuando yo asumí la política de retorno, mi gran motivación era una sola: participar en la lucha antidictarial, las dificultades y vacíos que tuviera el MIR, eran míos, dormía y vivía con esos desafíos. El primer año que estuve en Chile fue difícil, sin recursos económicos suficientes, para contar un ejemplo, iba al punto a pie, y llevaba en el bolsillo sólo el dinero para un pasaje de micro, fueron meses en esas condiciones. ¿Por que cuento esto último? justamente que cuando se trataba de fabricar artefactos explosivos, la insuficiencia de recursos era también un flagelo que se sumaba.
La primera tarea gran fue: fabricar cerca de 50 bombas.
Ya habíamos perfeccionado el mecanismo de explosión, es decir la espoleta, o sea el reloj, era el elemento más importante. Eliminamos la manipulación y transformación del interior del reloj. Recurrimos a trabajar con las manecillas posteriores que tienen que ver con el reloj despertador, la unión de los cables no los hicimos enrollándolos, sino que empleamos enchufes hembras y machos, buscamos un pegamento adecuado para metal y plástico fueron meses de investigación, y pruebas, y además escribimos un reglamento que iba adherido a la bomba, que en resumen no permitía al combatiente a meterse en nada con reparación ni modificación del artefacto, y simplemente si algo no funcionaba, entonces devolvía el artefacto, o bien lo hacían detonar en algún lugar con el uso de balas.
Cuando compramos los reloj, fue en una cantidad de 100 unidades, no eran de la mejor calidad, tampoco era la peor, en el negocio se probaron mas de cien unidades, para seleccionar cien, hasta el momento de concretar la fabricación otros veinte fueron desechados, por que no cumplían con la rigurosidad de nuestro control de calidad, creo que fue lo mejor que pudimos obtener con tan pocos recursos.
El primer caso fatal: el compañero que fue a colocar la bomba, estaba dominado por el miedo, y una cosa que se prohibía era dejar la bomba en un tarro de basura justamente por que eran mucha gente que buscaba cosas útiles en los tarros de basura, principalmente comida, si estaba cerca de supermercado o restaurantes. Por su puesto la prensa manipulo el hecho, nosotros éramos los criminales, pero en ninguna parte se dijo porque en un país de tanta prosperidad como era Chile un niño tenía que buscar comida en un tarro de basura. El compañero que dejo la bomba allí estaba dominado por el miedo, el miedo es algo terrible, no condeno al compañero, no todos son capaces de superar el miedo, siempre se siente miedo, habría que ser psicópata para no sentirlo, el uso de la violencia es algo terrible, para mi nunca fue grato ni apasionante, andar con armas ni menos tener que usarlas, teníamos dictadura, teníamos que abrirnos camino, aunque fuera arriesgando nuestras vidas como también la de nuestros seres queridos.
El segundo caso fatal, el querido compañero pecho de buque, miembro del comité central, estaba a cargo de las tareas de informaciones, el recibe la misión de poner la bomba en la casa de un juez. Yo se la entregué personalmente. El pecho de buque y su negro humor, me dijo: “¿que tan cototua viene compadre?”, le dije “todo el resto de dinamita que me quedaba se lo agregue, conchesumadre, ahora matamos hasta la abuelita del viejo”.
Estando el compadre en su casa, se da cuenta que el reloj no funciona, estaba parado, el compadre tenía una presión política de mierda, esto fue a fines del 82 o comienzo de 83, no recuerdo la fecha exacta. Nuestra fuerza central había sido azotada por considerables golpes represivos, compañeros presos, compañeros muertos en “supuestos enfrentamientos”, el fantasma de infiltrado penaba en cada uno de nosotros, el mando militar al tener la incapacidad política de explicarse el origen y las razones especificas de los golpe, por que justamente esos compañeros, deducen que debe haber alguien que esta colaborando con el enemigo, una irresponsabilidad enorme, si no se tiene argumentos, o hay sospecha, si creemos ser inteligentes, existen o se podría diseñar una estrategia adecuada, pero bueno esto materia para otro tema. El compadré dijo en voz alta, se debe hacer, yo resuelvo y fue a comprar un reloj igual, y el creyó que solo bastaba cambiar el dispositivo de un reloj al otro, hasta ahí, va todo bien, pero lo que no podía saber el compadre, era que pegamento habíamos usado, el uso el mejor pegamento que encontró. Su compañera que sobrevivió a los hechos, felizmente, fue la que pudo contar lo que paso, de lo contrario no estaría escribiendo estas líneas. Ella le dijo: “tú estas haciendo justamente todo lo que aquí se prohíbe” “Yo debo ir a ponerla”, respondió con fuerza y muy seriamente.
Ya habíamos perfeccionado el mecanismo de explosión, es decir la espoleta, o sea el reloj, era el elemento más importante. Eliminamos la manipulación y transformación del interior del reloj. Recurrimos a trabajar con las manecillas posteriores que tienen que ver con el reloj despertador, la unión de los cables no los hicimos enrollándolos, sino que empleamos enchufes hembras y machos, buscamos un pegamento adecuado para metal y plástico fueron meses de investigación, y pruebas, y además escribimos un reglamento que iba adherido a la bomba, que en resumen no permitía al combatiente a meterse en nada con reparación ni modificación del artefacto, y simplemente si algo no funcionaba, entonces devolvía el artefacto, o bien lo hacían detonar en algún lugar con el uso de balas.
Cuando compramos los reloj, fue en una cantidad de 100 unidades, no eran de la mejor calidad, tampoco era la peor, en el negocio se probaron mas de cien unidades, para seleccionar cien, hasta el momento de concretar la fabricación otros veinte fueron desechados, por que no cumplían con la rigurosidad de nuestro control de calidad, creo que fue lo mejor que pudimos obtener con tan pocos recursos.
El primer caso fatal: el compañero que fue a colocar la bomba, estaba dominado por el miedo, y una cosa que se prohibía era dejar la bomba en un tarro de basura justamente por que eran mucha gente que buscaba cosas útiles en los tarros de basura, principalmente comida, si estaba cerca de supermercado o restaurantes. Por su puesto la prensa manipulo el hecho, nosotros éramos los criminales, pero en ninguna parte se dijo porque en un país de tanta prosperidad como era Chile un niño tenía que buscar comida en un tarro de basura. El compañero que dejo la bomba allí estaba dominado por el miedo, el miedo es algo terrible, no condeno al compañero, no todos son capaces de superar el miedo, siempre se siente miedo, habría que ser psicópata para no sentirlo, el uso de la violencia es algo terrible, para mi nunca fue grato ni apasionante, andar con armas ni menos tener que usarlas, teníamos dictadura, teníamos que abrirnos camino, aunque fuera arriesgando nuestras vidas como también la de nuestros seres queridos.
El segundo caso fatal, el querido compañero pecho de buque, miembro del comité central, estaba a cargo de las tareas de informaciones, el recibe la misión de poner la bomba en la casa de un juez. Yo se la entregué personalmente. El pecho de buque y su negro humor, me dijo: “¿que tan cototua viene compadre?”, le dije “todo el resto de dinamita que me quedaba se lo agregue, conchesumadre, ahora matamos hasta la abuelita del viejo”.
Estando el compadre en su casa, se da cuenta que el reloj no funciona, estaba parado, el compadre tenía una presión política de mierda, esto fue a fines del 82 o comienzo de 83, no recuerdo la fecha exacta. Nuestra fuerza central había sido azotada por considerables golpes represivos, compañeros presos, compañeros muertos en “supuestos enfrentamientos”, el fantasma de infiltrado penaba en cada uno de nosotros, el mando militar al tener la incapacidad política de explicarse el origen y las razones especificas de los golpe, por que justamente esos compañeros, deducen que debe haber alguien que esta colaborando con el enemigo, una irresponsabilidad enorme, si no se tiene argumentos, o hay sospecha, si creemos ser inteligentes, existen o se podría diseñar una estrategia adecuada, pero bueno esto materia para otro tema. El compadré dijo en voz alta, se debe hacer, yo resuelvo y fue a comprar un reloj igual, y el creyó que solo bastaba cambiar el dispositivo de un reloj al otro, hasta ahí, va todo bien, pero lo que no podía saber el compadre, era que pegamento habíamos usado, el uso el mejor pegamento que encontró. Su compañera que sobrevivió a los hechos, felizmente, fue la que pudo contar lo que paso, de lo contrario no estaría escribiendo estas líneas. Ella le dijo: “tú estas haciendo justamente todo lo que aquí se prohíbe” “Yo debo ir a ponerla”, respondió con fuerza y muy seriamente.
La muerte del compañero ocurrió así: iban ya camino hacia el objetivo, va el pecho de buque y el compañero que lo acompañaba, el pecho de buque le cuenta al otro compañero lo que ocurrió con la bomba, justo en ese momento algo malo ocurre, y le dice a su acompañante que espere un rato, se mete entre unos matorrales repara algo y vuelve, le cuenta que una latita quedo mal pegada y se suelta, el otro compañero le dice “porque no suspendimos esta guevada”, “no te preocupi viejo, la voy a cambiar de lugar”, la bomba iba al medio de los dos, la cambio al otro lado, “si pasa algo me pasa a mi” y se cago de la risa, y eso sería todo, la bomba estallo.
Cuando viajamos a noruega con mi familia a fines de los noventa, por esas cosas de la vida nos encontramos con una cra. era su compañera antes que partiera a chile, y madre del hijo que tuvieron con el pecho de buque, cuando tomo conciencia de quién era yo, me dejo sin habla, cuando me dijo: “tú fuiste el que mato mi cro.”, conversamos intercambiamos opiniones, y creo que la situación fue superada.
Estando en la cárcel, y el partido ya dividido en varias partes, llego a mis manos un informe del cual se me pedía mi opinión, un comentario, yo no formaba parte de la “comisión militar” no recuerdo los detalles del informe, ya habían ocurrido los casos de la muerte de bombas, en el sur, mi comentario fue el siguiente: “todavía no se superan las deficiencias históricas en esta materia”. Y lo sigo sosteniendo, quien use explosivos o artefactos, las normas de seguridad de manipulación deben ser muy rigurosas, no basta con tener la voluntad, no basta con tener la decisión, ni la valentía, por ser tan simple ir a dejar un artefacto, la persona se le debe instruir, rigurosamente, el 99,9 % son normas de seguridad, durante la fabricación, deben ser métodos eficaces y seguros, sobre todo si se usa electricidad para el retardo y detonación.
Estando en Europa, Finlandia, en esta segunda ocasión, he estudiado ingeniería en automatización, por lo tanto he estado estudiando profundamente electricidad y electrónica, seguridad industrial, y por cierto que me ha sido inevitable pensar en lo que fue nuestra experiencia, sólo se decir que es un milagro que no hayan muerto mas compañeros durante la manipulación y fabricación de artefactos explosivos. Por ejemplo en las torres de alta tensión los gruesos cables por los cuales se conducen miles de voltios, hay un campo magnético bastante poderoso, los artefactos con encendido eléctrico usan por lo general corrientes débiles, de solo algunos voltios, menos de diez voltios, si los cables están débilmente aislados, eso seria todo. En la industria moderna es increíble como existen reglamentos y normas, que en nuestro Chile no existen, en nuestra cultura no existen, y sin embargo ocurren accidentes de todas maneras, sin ir mas lejos en el laboratorio de electricidad del tecnológico, no hace muchos años que murió un alumno.
Pero bueno el problema de fondo de esta dramática historia, es que los familiares buscan un culpable, un responsable, modestamente creo que están en el lugar equivocado, “el infiltrado”. La represión siempre manipulo este elemento y compañeros como Víctor Zúñiga fue victima de esta situación. Víctor tenia un lugar destacado en la fuerza central, en una ofensiva represiva es detenido por los esbirros de la CNI, y durante semanas el paradero del compañero fue desconocido, caen ayudistas, y otros recursos, detalles no recuerdo, el compañero fue tratado en la cárcel como traidor, con un signo de interrogación, y nuevamente digo: el mando no tenia la capacidad de explicar los golpes represivos, origen y etc. Cuando intentamos fugarnos el viernes 18 de octubre de 1985 desde la penitenciaria, una operación suicida, las probabilidades de éxitos eran solo o menos 50%, participábamos los tres del caso Urzúa, Carlos García y Víctor, todos con pena de muerte, Quintana un compadre del Frente que no tenia una condena tan grande como la sospecha de sus compañeros de dirección que creían que era un doble agente.
Cuando viajamos a noruega con mi familia a fines de los noventa, por esas cosas de la vida nos encontramos con una cra. era su compañera antes que partiera a chile, y madre del hijo que tuvieron con el pecho de buque, cuando tomo conciencia de quién era yo, me dejo sin habla, cuando me dijo: “tú fuiste el que mato mi cro.”, conversamos intercambiamos opiniones, y creo que la situación fue superada.
Estando en la cárcel, y el partido ya dividido en varias partes, llego a mis manos un informe del cual se me pedía mi opinión, un comentario, yo no formaba parte de la “comisión militar” no recuerdo los detalles del informe, ya habían ocurrido los casos de la muerte de bombas, en el sur, mi comentario fue el siguiente: “todavía no se superan las deficiencias históricas en esta materia”. Y lo sigo sosteniendo, quien use explosivos o artefactos, las normas de seguridad de manipulación deben ser muy rigurosas, no basta con tener la voluntad, no basta con tener la decisión, ni la valentía, por ser tan simple ir a dejar un artefacto, la persona se le debe instruir, rigurosamente, el 99,9 % son normas de seguridad, durante la fabricación, deben ser métodos eficaces y seguros, sobre todo si se usa electricidad para el retardo y detonación.
Estando en Europa, Finlandia, en esta segunda ocasión, he estudiado ingeniería en automatización, por lo tanto he estado estudiando profundamente electricidad y electrónica, seguridad industrial, y por cierto que me ha sido inevitable pensar en lo que fue nuestra experiencia, sólo se decir que es un milagro que no hayan muerto mas compañeros durante la manipulación y fabricación de artefactos explosivos. Por ejemplo en las torres de alta tensión los gruesos cables por los cuales se conducen miles de voltios, hay un campo magnético bastante poderoso, los artefactos con encendido eléctrico usan por lo general corrientes débiles, de solo algunos voltios, menos de diez voltios, si los cables están débilmente aislados, eso seria todo. En la industria moderna es increíble como existen reglamentos y normas, que en nuestro Chile no existen, en nuestra cultura no existen, y sin embargo ocurren accidentes de todas maneras, sin ir mas lejos en el laboratorio de electricidad del tecnológico, no hace muchos años que murió un alumno.
Pero bueno el problema de fondo de esta dramática historia, es que los familiares buscan un culpable, un responsable, modestamente creo que están en el lugar equivocado, “el infiltrado”. La represión siempre manipulo este elemento y compañeros como Víctor Zúñiga fue victima de esta situación. Víctor tenia un lugar destacado en la fuerza central, en una ofensiva represiva es detenido por los esbirros de la CNI, y durante semanas el paradero del compañero fue desconocido, caen ayudistas, y otros recursos, detalles no recuerdo, el compañero fue tratado en la cárcel como traidor, con un signo de interrogación, y nuevamente digo: el mando no tenia la capacidad de explicar los golpes represivos, origen y etc. Cuando intentamos fugarnos el viernes 18 de octubre de 1985 desde la penitenciaria, una operación suicida, las probabilidades de éxitos eran solo o menos 50%, participábamos los tres del caso Urzúa, Carlos García y Víctor, todos con pena de muerte, Quintana un compadre del Frente que no tenia una condena tan grande como la sospecha de sus compañeros de dirección que creían que era un doble agente.
Todos teníamos una gran motivación, la libertad, pero mas que la libertad para salir a gozar de la vida, era salir a ajustar cuentas, en el caso personal mió, era salir para intervenir en la crisis del MIR, salir en busca de los cros. de la dirección para discutir los graves acontecimientos que estaban ocurriendo, Víctor quería salir a demostrar que no era un doble agente, antes de iniciarse la operación, me dijo a mi: "cabezón, ¿si esto no resulta, yo me muero, si esto fracasa que hago yo?..." “compadre esto tiene que resultar” le respondí yo, para entonces sólo teníamos las escopetas que fabricamos adentro de la cárcel, y con muy reducida munición, tres o cuatro cartuchos por escopeta. Bueno ocurrió lo que ocurrió, el chico herido mortalmente, lo creíamos muerto, el chico Araneda herido, la operación había fallado, la columna dispersa, yo iba en la retaguardia, con misión bien concreta, los sobrevivientes se repliegan a mi alrededor, llega el Víctor, “cabezón yo me voy” me dice, sus ojos brillaban, le di mis cartuchos, escalo el muro, hasta que las balas de cientos de guardias disparaban detuvieron su viaje en busca del futuro, cayo muerto o muriéndose a unos cuantos metros de mi… sólo dijo: “me muero”.
Compañeros, desgraciadamente esta historia de lucha que una vez iniciamos, de la cual no me arrepiento en lo mas mínimo, si tuviera que nacer nuevamente, de seguro que volvería a formar parte de un destacamento como fue el MIR, a pesar de los pesares, Perdimos en esta historia y me duele enormemente por todos los compañeros que quedaron en el camino hacia una victoria que se quedó anclada en el futuro, me duele por mis hijos, por nuestras nuevas generaciones que solo le heredamos un sistema bestial como el neoliberalismo, sí para nosotros fue difícil, para ellos será peor, los aparatos represivos, se perfeccionan todo el tiempo y con la tecnología que cuentas, solo dan cuenta que bestial y sangrienta serán las próximas batallas, hay que solo mirar hacia Irán, Chechenia, lo que esta pasando para imaginarse… como me gustaría volver a nacer, me siento con una gran deuda, no haber sido capaz de transformar este estado de cosas.
No puedo hacer culpable a los compañeros que tuvieron responsabilidad de dirección, sean el Pascal o el Aguilo, o el Gutiérrez o el Gastón o el gato o el Cabieses, creo que sería injusto hacerlo, la responsabilidad es colectiva, la responsabilidad es del MIR. Creo que la profundidad de la derrota ha sido terrible, y lo muestra la incapacidad de discutir con seriedad los problemas de fondo de esta historia, nadie le cree a nadie, y todavía nos seguimos haciendo pedazos como si fuéramos mierda.
Rescato las cosas mas hermosas de esta historia, la generosidad del Cecilio por ejemplo, compañero que cayó acribillado a tiros por cuarenta esbirros de la CNI cuando preparaba una acción antirrepresiva. Recuerdo una vez cuando caminábamos para separarnos, hay algo raro en el ambiente, me dice: “cabezón, ponte al rincón, si alguien tiene que sobrevivir eres tú, si pasa algo, yo protejo tu retirada.”
Compañeros, desgraciadamente esta historia de lucha que una vez iniciamos, de la cual no me arrepiento en lo mas mínimo, si tuviera que nacer nuevamente, de seguro que volvería a formar parte de un destacamento como fue el MIR, a pesar de los pesares, Perdimos en esta historia y me duele enormemente por todos los compañeros que quedaron en el camino hacia una victoria que se quedó anclada en el futuro, me duele por mis hijos, por nuestras nuevas generaciones que solo le heredamos un sistema bestial como el neoliberalismo, sí para nosotros fue difícil, para ellos será peor, los aparatos represivos, se perfeccionan todo el tiempo y con la tecnología que cuentas, solo dan cuenta que bestial y sangrienta serán las próximas batallas, hay que solo mirar hacia Irán, Chechenia, lo que esta pasando para imaginarse… como me gustaría volver a nacer, me siento con una gran deuda, no haber sido capaz de transformar este estado de cosas.
No puedo hacer culpable a los compañeros que tuvieron responsabilidad de dirección, sean el Pascal o el Aguilo, o el Gutiérrez o el Gastón o el gato o el Cabieses, creo que sería injusto hacerlo, la responsabilidad es colectiva, la responsabilidad es del MIR. Creo que la profundidad de la derrota ha sido terrible, y lo muestra la incapacidad de discutir con seriedad los problemas de fondo de esta historia, nadie le cree a nadie, y todavía nos seguimos haciendo pedazos como si fuéramos mierda.
Rescato las cosas mas hermosas de esta historia, la generosidad del Cecilio por ejemplo, compañero que cayó acribillado a tiros por cuarenta esbirros de la CNI cuando preparaba una acción antirrepresiva. Recuerdo una vez cuando caminábamos para separarnos, hay algo raro en el ambiente, me dice: “cabezón, ponte al rincón, si alguien tiene que sobrevivir eres tú, si pasa algo, yo protejo tu retirada.”
Rescato la generosidad y solidaridad del Carlitos, cro. que hasta el día de hoy se desconoce lo que hizo la CNI con el, cuando no teníamos plata ni para la micro, el compadre tomaba un paquetito con arroz y azúcar desde su casa, “compadre yo tengo otro resto, compartamos lo que tengo”
Hay tantas vivencias, sencillas pero profundas, vivencias que solo existen en esa dimensión de la lucha, y duermen en nuestra memoria, las revivo en mis instantes de reflexión, cuando salgo a caminar y correr entre bosques y lagos de esta naturaleza que me acompaña, cuando encuentro la necesidad de remontarme a esa época que me ha dejado marcado para el resto de mis días. Así luchábamos ayer cuando nuestro gran anhelo era derrocar la dictadura, e iniciar una verdadera transformación de la realidad, construir un mundo más justo y dignos para nuestros hijos, nuestras nuevas generaciones.
El breve pero profundo instante, cuando antes de salir de la casa y miraba mis hijos, mi compañera, a lo mejor es el último, me decía en mis adentros, todavía estoy viviendo, en Finlandia, no queda ausente el momento independiente del lugar cuando una lagrima remoja mi memoria, y me encuentro con la sonrisa del Cecilio, o los ojos que irradiaban luz y fuerza del Víctor antes que iniciara su nuevo viaje.
Hoy día encuentro tan valido tomar prestado una frase de mi compañera: “cada uno tiene una historia que contar”, creo que es una frase sabia.
El dolor es grande, particularmente para los seres queridos de los cros. caídos, y peor aún que, los aparatos represivos de la dictadura, el poder judicial, los gobiernos que sucedieron la dictadura fueron incapaces de decirle a los seres queridos, allí están los restos, de Juan, Sonia, Maria, José.
Los que estuvimos presos cuando termino la dictadura, cada uno sabe perfectamente, que no fue fácil traspasar las rejas, la mayoría de los PP.PP. cerraron filas en torno a las ofertas de la concertación y sus leyes cumplido. La campaña de octubre del 91, se puede decir que cambiamos el curso de nuestra suerte, me siento feliz de haber formado parte de ese colectivo, que era bastante reducido.
Creo riquísimo poder escribir un testimonio de nuestra vida sencilla, desnudarnos del orgullo, la soberbia, la ira, asumir la sencillez y la honestidad y escribir sobre nuestra modesta experiencia, sobre nuestro dolor, la angustia las alegrías, y dejar que un colectivo más humilde que nuestro MIR de ayer pueda atreverse a sacar conclusiones.
La CNI, ayer, fueron nuestro enemigo, y hoy día lo siguen siendo, cuanto hay de manipulación en esta historia de infiltrado, El MIR en a clandestinidad tuvo miles de deficiencias, en las técnicas clandestinas de trabajo, “La Compartimentación”, principal elemento de defensa de una organización clandestina, en la lucha antirrepresiva, que diga cada uno de los compañeros que formaron parte de esta historia un comentario.
Hay tantas vivencias, sencillas pero profundas, vivencias que solo existen en esa dimensión de la lucha, y duermen en nuestra memoria, las revivo en mis instantes de reflexión, cuando salgo a caminar y correr entre bosques y lagos de esta naturaleza que me acompaña, cuando encuentro la necesidad de remontarme a esa época que me ha dejado marcado para el resto de mis días. Así luchábamos ayer cuando nuestro gran anhelo era derrocar la dictadura, e iniciar una verdadera transformación de la realidad, construir un mundo más justo y dignos para nuestros hijos, nuestras nuevas generaciones.
El breve pero profundo instante, cuando antes de salir de la casa y miraba mis hijos, mi compañera, a lo mejor es el último, me decía en mis adentros, todavía estoy viviendo, en Finlandia, no queda ausente el momento independiente del lugar cuando una lagrima remoja mi memoria, y me encuentro con la sonrisa del Cecilio, o los ojos que irradiaban luz y fuerza del Víctor antes que iniciara su nuevo viaje.
Hoy día encuentro tan valido tomar prestado una frase de mi compañera: “cada uno tiene una historia que contar”, creo que es una frase sabia.
El dolor es grande, particularmente para los seres queridos de los cros. caídos, y peor aún que, los aparatos represivos de la dictadura, el poder judicial, los gobiernos que sucedieron la dictadura fueron incapaces de decirle a los seres queridos, allí están los restos, de Juan, Sonia, Maria, José.
Los que estuvimos presos cuando termino la dictadura, cada uno sabe perfectamente, que no fue fácil traspasar las rejas, la mayoría de los PP.PP. cerraron filas en torno a las ofertas de la concertación y sus leyes cumplido. La campaña de octubre del 91, se puede decir que cambiamos el curso de nuestra suerte, me siento feliz de haber formado parte de ese colectivo, que era bastante reducido.
Creo riquísimo poder escribir un testimonio de nuestra vida sencilla, desnudarnos del orgullo, la soberbia, la ira, asumir la sencillez y la honestidad y escribir sobre nuestra modesta experiencia, sobre nuestro dolor, la angustia las alegrías, y dejar que un colectivo más humilde que nuestro MIR de ayer pueda atreverse a sacar conclusiones.
La CNI, ayer, fueron nuestro enemigo, y hoy día lo siguen siendo, cuanto hay de manipulación en esta historia de infiltrado, El MIR en a clandestinidad tuvo miles de deficiencias, en las técnicas clandestinas de trabajo, “La Compartimentación”, principal elemento de defensa de una organización clandestina, en la lucha antirrepresiva, que diga cada uno de los compañeros que formaron parte de esta historia un comentario.
Finalmente quiero decir, que nuestra historia nos enseña que cuando la lucha no cosecha victorias, mas aun cuando nuestras fuerzan están siendo dispersadas, el fantasma del infiltrado aparece como convidado de piedra, y es utilizado para justificar las insuficiencias de nuestro desempeño.
Y por último lo digo con todas sus letras la Operación Carol Urzua, en la cual participe y su condena aún estoy pagando, estuvo gatillada especialmente por que “Alguien o alguienes” sostenían la tesis: que en la fuerza de aseguramiento, de la cual formábamos parte, éramos los últimos sobrevivientes con capacidad de combate, había uno o unos doble agente.
Cro. Aguilo, con mi testimonio quiero manifestar mi solidaridad, te la ofrezco honestamente, puede ser a ti o cualquier compañero, particularmente si los argumentos no son de la altura de la acusación.
Y por último lo digo con todas sus letras la Operación Carol Urzua, en la cual participe y su condena aún estoy pagando, estuvo gatillada especialmente por que “Alguien o alguienes” sostenían la tesis: que en la fuerza de aseguramiento, de la cual formábamos parte, éramos los últimos sobrevivientes con capacidad de combate, había uno o unos doble agente.
Cro. Aguilo, con mi testimonio quiero manifestar mi solidaridad, te la ofrezco honestamente, puede ser a ti o cualquier compañero, particularmente si los argumentos no son de la altura de la acusación.
Hugo Marchant
Tampere, 18,2,2007
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